La Historia De Esther

Declaración De Culpabilidad

Para obtener más información sobre la negociación de una declaración de culpabilidad, consulte Introducción a los tribunales penales: Negociaciones y declaraciones de culpabilidad.

Ahora, en el episodio de la negociación de la declaración de culpabilidad, Esther cuenta las ventajas de una negociación. “En mi caso, el cargo principal es robo en segundo grado y si yo fuera a juicio, estaría enfrentando la pena máxima de este cargo, la cual es 15 años. Para mí, una negociación de una declaración de culpabilidad significaría que el fiscal me permite resolver el caso aceptando culpabilidad por cualquier cosa inferior a robo en segundo grado. Esto se considera una ‘oferta’ porque la sentencia del cargo inferior sería menos de 15 años”. “Maya estaba abrumada con otros clientes que tenía que ver en Rikers”. Esther y Maya se sientan en una sala de visitas en Rikers. Están separadas por un panel de plexiglás, y hablan a través de una pequeña abertura en el panel. La Esther del presente resume la breve conversación. “Nosotras solo hablamos por unos minutos, pero ella había aceptado hablar con el Asistente del Fiscal del Distrito acerca de un acuerdo de negociación de pena para mí. Aquí está lo que dijo Maya que sucedió”. Un panel muestra a Maya caminando por los pasillos de un tribunal. Ve al Asistente del Fiscal de Distrito, que está llevando el caso de Esther. Está saliendo de una oficina, y mira su teléfono.

Maya camina rápido para alcanzarlo. Grita: “¡Disculpe!”. Lo alcanza y él levanta la mirada del teléfono. “¿Podemos hablar sobre el caso de Esther Pierre?”, pregunta Maya. El fiscal comienza a alejarse con el teléfono en la oreja para tomar una llamada. Le dice a Maya: “Yo estoy obviamente de camino a un lugar y no tengo tiempo para hablar”. Además, yo necesitaría tener su expediente frente a mí”. Un panel muestra a Maya de pie sola. Revolea los ojos por el modo en que el asistente del fiscal la ignoró. Un pequeño garabato de frustración flota sobre su cabeza. El hombre vuelve a mirar a Maya a la distancia. “Mañana, en mi oficina”, propone.

Al día siguiente, Maya va a la oficina del asistente del fiscal. Él está sentado ante su escritorio, trabajando en una computadora. Detrás de él hay archiveros, una pequeña planta de oficina y diplomas colgados en la pared. Maya saca un archivo de su carpeta mientras dice: “Muchas gracias por reunirse conmigo”. “Por favor, siéntese”, responde el asistente del fiscal. Maya se sienta en una silla al otro lado del escritorio y abre su archivo. El hombre revisa una pila de carpetas en el escritorio. “Bien, recuérdeme otra vez sobre quién vamos a hablar”, dice. “Esther Pierre,” le recuerda Maya. El asistente del fiscal de distrito abre la carpeta correcta y dice: “Dígame lo que está pensando”. Maya habla sobre el contexto de la situación de Esther. “Bueno, mi cliente ha estado teniendo dificultades para mantenerse durante el último año después de haber perdido su trabajo. Ella es el único sistema de apoyo de su familia. Ella es una persona no ciudadana que enfrenta la deportación y la separación de sus hijos. Ella ya está en riesgo y una nueva condena la empujaría más allá de los límites”.

Maya sigue explicando la situación de Esther, y dice: “Ella también es una sobreviviente de una agresión sexual y sigue lidiando con el trauma. Ella tiene un diagnóstico de síndrome de estrés post-traumático. Cuando ella sacó el cuchillo, estaba en un modo de lucha o fuga. Tiene que entender que ella siempre está en una alerta alta debido a sus experiencias. Yo sé que su jefe últimamente ha estado impulsando programas de recuperación de salud mental”. Maya se detiene y el asistente del fiscal de distrito respira profundamente. Se toma las manos y mira a Maya, y luego dice: “Su cliente tendrá que venir y explicar lo que sucedió, en sus propias palabras. Necesito saber que puedo confiar en ella y que ella no está inventándose esta historia completa de trauma. Y entonces, si lo permitimos, ella todavía tendría que declararse culpable del delito grave. Si ella completa el programa exitosamente, ella puede devolver la declaración de culpable al delito grave y en vez de eso declararse culpable de un delito menor. Pero si ella no completa el programa, el delito grave permanecerá en su registro y ella enfrentará tiempo en prisión”.

Maya considera la oferta del asistente del fiscal de distrito. “Va a ser muy difícil para ella venir y revivir todo lo que ha pasado”, dice Maya con una mirada apesadumbrada. Maya pregunta: “En vez de eso, ¿puede ella ponerlo por escrito? ¿Podría yo darle acceso a algunos de los registros médicos de ella para corroborar?”. El hombre cierra los ojos y le responde a Maya de manera resuelta: “No”. “No, la política en nuestra oficina es que si una persona quiere un programa de recuperación por un delito grave violento, necesitamos verificar las cosas nosotros mismos. Si ella le hace algo a alguien después de que la hemos liberado, pagaremos el precio y nos van a responsabilizar. Tenemos que hacer la diligencia debida. Tenemos el deber de proteger a otros neoyorquinos. Y yo no quiero terminar saliendo en el New York Post por esto”. Maya comienza a levantarse de la silla. Le da la mano al hombre y dice: “Bien. Gracias por considerarlo. Yo le daré seguimiento a usted más adelante en la semana”.

Ahora, Esther vuelve a narrar su experiencia. Cuenta lo que pasó después de la reunión con el asistente del fiscal de distrito. Los dibujos muestran a Maya y a Esther en una discusión profunda. “Maya y yo pasamos un mes preparándonos para contarle mi historia al fiscal. Fue un proceso muy angustioso, como se pueden imaginar. Maya quería anticipar cualquier duda o pregunta que el fiscal pudiera tener acerca de mi historia de abuso. A cada rato quería rendirme”. “Cuando finalmente nos reunimos con el ADA, llegué esposada y con el uniforme de la prisión”. La escena pasa a la oficina del asistente del fiscal de distrito. Esther se sienta en una silla ante él. Un círculo negro comienza a cerrarse sobre la escena. “Me senté en su oficina y le conté las peores cosas que me han pasado jamás en la vida. Él me hizo preguntas”. Un panel muestra a Esther contando su historia con emoción. El círculo negro sigue cerrándose, y el asistente del fiscal de distrito deja de ser visible en el cuadro. Esther prosigue. “Pero después de una larga y horrible hora, nos dijo que él consideraría la solicitud para un acuerdo de negociación de pena y me avisaría”. El panel muestra que el color negro se ha cerrado casi completamente sobre el dibujo de Esther. Solo se sigue viendo su rostro, conmovido y consternado. El siguiente panel está completamente negro. La narración de Esther prosigue en texto de color blanco. “Más adelante esa semana, el ADA decidió ofrecerme el descuento: Una negociación de una declaración de culpabilidad. La oferta me requería que me declarara culpable de un delito grave; con las promesas de reducirla a un delito menor si yo completaba el programa de recuperación de internamiento. El fiscal controla completamente las negociaciones. Él no tiene que darme una oferta si no quiere”.

La negrura de los paneles anteriores se ha reducido. Esther sigue narrando. “El fiscal también es un oficial de inmigración de facto. Al no permitirme declararme culpable de un delito menor inmediatamente, él me pone en riesgo de deportación. Yo tendré que ‘ganarme’ el cargo de delito menor completando el programa”. La verdad es que ICE podría decidir deportarme en cualquier momento; es solo un asunto de manejar el riesgo. Y a pesar de que un delito grave es peor, yo todavía estaré vulnerable a la deportación aún si yo ‘me gano’ el delito menor”. “Maya me llamó a Rikers para discutir la oferta de negociación de pena”. Un panel muestra a Maya hablando por teléfono. Le dice a Esther: “Yo creo que esta negociación para el programa de internamiento es la mejor opción que usted va a recibir”. Se ve a Esther hablando en un teléfono de la prisión en Rikers. Tiene los ojos cerrados y una mano apoyada en su rostro, y le dice a Maya: “Lo sé. No vale la pena el riesgo de llevar mi caso a juicio”. Maya se explaya, y le dice a Esther: “Usted evitará la prisión y una condena de delito grave una vez que termine el programa. Pero ICE podría decidir iniciar procedimientos de deportación en cualquier momento antes de que termine”. El rostro de Esther se ve tenso. Se toma la cara y el pelo con los dedos nerviosamente. Descontenta con el resultado y preocupada por su futuro, Esther le dice a Maya: “Suena como que es mi mejor opción. Y como que yo realmente no tengo una opción. La tomaré”.

Más allá de que el caso de Esther no llegó a un juicio, si desea obtener información sobre lo que sucede en los juicios, consulte Introducción a los tribunales penales: Juicio.

Desde el presente, Esther narra los detalles de la negociación que ofreció la fiscalía. “En mi caso, a pesar de que el fiscal me ofreció el programa de internamiento, o lo que se llama ‘recuperación’; un juez realmente toma la decisión acerca de si una persona puede ser aceptada o no al programa. El juez también decide los detalles del programa: Con qué frecuencia necesito reportarme al tribunal, cuánto tiempo tengo que estar en el programa, etc., etc.”. Un panel muestra a Esther y a Maya reuniéndose con una trabajadora social. La trabajadora social es una mujer joven con una camisa abotonada. Tiene el cabello corto. Maya le da la mano a la trabajadora social y Esther narra: “Hay muchos pasos que tomar antes de que yo siquiera pueda ser aceptada al programa. Antes de que viera al juez, yo tenía que ser verificada por trabajadores sociales que trabajan para los tribunales. Esos trabajadores sociales ayudan al juez a decidir si soy o no elegible para tratamiento. Hice el viaje desde Rikers al tribunal en muchas ocasiones durante este proceso”. Ahora, Esther se sienta en una silla en el escritorio de la trabajadora social. Detrás de ellas hay una ventana grande que da a una calle de Brooklyn. “Primero, voy a necesitar que firme estos formularios que le dan acceso al tribunal a sus registros médicos”. Se sienta y le dice a Esther: “Necesitamos verlos para confirmar que usted realmente tiene un diagnóstico bajo el D.S.M.-5. Tiene que tener un diagnóstico oficial para ser aceptada en el programa”. Esther comienza a llenar el formulario con un bolígrafo. Le dice a la trabajadora social: “Sí, lo tengo. He sido diagnosticada con trastorno de estrés post-traumático”.

La trabajadora social agrega: “Bueno, de cualquier manera tenemos que verificar. Bien, he revisado su registro de antecedentes penales. Tiene una condena de delito menor; por drogas, veo. Está bien. Usted no tiene historial de violencia, lo cual es bueno. Los jueces tienden a no aceptar a las personas con historiales de violencia, especialmente debido a que le están imputando un crimen violento ahora mismo”. Esther narra desde el presente: “La trabajadora social entonces me hizo una serie de preguntas acerca de mi historial médico y personal. Ella estaba buscando cualquier discrepancia entre lo que le dije acerca de mi pasado, y lo que ella veía por encima en mis registros”. Un panel muestra a Esther y a la trabajadora social como siluetas detrás de la luz de la ventana. Se ven los edificios del otro lado de la calle y, más allá, el horizonte. La trabajadora social explica los detalles del programa. “El Programa de Drogas y Salud Mental del Buen Samaritano funciona así. Tendrá que participar en el programa durante por lo menos 2 años. En el principio, tendrá que vivir en el centro residencial del programa. Usted tendrá que obedecer el toque de queda y el código de conducta del programa”.

El siguiente panel muestra una escena afuera, en la calle debajo de la ventana. Del otro lado de la calle hay un lote de construcción vacío. Hay automóviles estacionados en la calle. Un vendedor callejero vende helado italiano en un carro. Una madre le compra al vendedor un helado para su hijo. En la parte superior del dibujo, la trabajadora social sigue explicando. “No podrá hacer cualquier cosa que quiera hacer. Esto no será como si solo estuviera yendo a casa. De hecho, no podrá vivir en casa con sus hijos hasta que complete la primera porción del programa. Tendrá que someterse a pruebas de drogas regulares. Tendrá que venir al tribunal mensualmente con una trabajadora social del programa para presentar informes al juez sobre su progreso. Tendrá que reunirse con un terapeuta y también asistir a terapia de grupo”. Un dibujo muestra un primer plano del vendedor callejero. La madre le paga al vendedor mientras su hijo prueba el helado. La trabajadora social le pregunta a Esther: “¿Está dispuesta a cumplir con estas expectativas?”.

Un panel muestra a Esther mirando por la ventana la escena en la calle, distraída por la cotidianeidad de la vida de otras personas, mientras ella está atrapada en la oficina de la trabajadora social. En el siguiente panel, la silueta de Esther vuelve su atención a la pregunta que le acaban de hacer. Le dice a la trabajadora social: “Yo supongo... Si yo tengo que...”. Hace una pausa, luego acepta: “Sí”. “¿Está segura?”, pregunta la trabajadora social. El panel las muestra sentadas una frente a la otra. Esther parece cansada e insegura. “Parece estar un poco resistente”, dice la trabajadora social. “Solo podemos recomendarla al juez si no tiene ninguna duda acerca de participar y si está dispuesta a tomar responsabilidad por su crimen”. Un panel muestra un primer plano del rostro de Esther. Fuerza una sonrisa poco segura. “Sí, lo siento. Absolutamente”, le dice a la trabajadora social. “Haré lo que sea necesario. Estoy muy entusiasmada de participar en este programa. Yo asumo responsabilidad total por lo que hice”. Desde el presente, Esther explica su decisión. “Dije lo que tenía que decir, pero realmente estaba muy ansiosa acerca de todo lo que el programa requería. Era mejor que la prisión, seguro, pero dos años todavía era un largo tiempo para estar bajo la mirada atenta de los tribunales”. Aquí termina el episodio de la negociación de la declaración de culpabilidad de la historia de Esther.

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